9.1.10

La tarde está hilando su tristeza






Uno de los tantos testimonios de aquellos amores que no llegaron a buen puerto y que quedan guardados en el corazón y en la poesía.




La tarde está hilando su tristeza



Escucho los latidos atropellados
Que se debaten en mi viejo corazón
La tarde está hilando su tristeza
Mientras aguardo silenciosa
La leona que amamanta soledades.

Todo ha pasado tal vez sin darme cuenta
Nada fue premeditado, solo fortuito
Ni el adiós pegado a nuestros cuerpos
Ni la tarde poblada de reproches
Ni la búsqueda infructuosa de una tregua
Para luego marcharnos sin retorno.

La vida nos brindó un pan amargo
Ya nada fue inocente o fue sencillo
Caímos en medio de un silencio
Más profundo, más hondo y sin consuelo.

Desde entonces las hojas del otoño
Me recuerdan los días de infortunio
Cuando echábamos raíces implorantes
Y nuestro adiós se hacía inevitable.

Me despido, por hoy yo me despido
De un amor que no fue y se fue al olvido
Nunca más seré la que te amaba
Ni tú el que decía que me amaba.