
La confianza se aprende, el entorno puede o no proveértela. La necesidad de generarse mecanismos de defensa, es propia de los seres humanos. Estos mecanismos nos ayudan a reforzar nuestros aspectos vulnerables, nos ayudan a protegernos de posibles heridas. Este poema tiene que ver con eso.
Desde mi atalaya
Cuando nací
Las aves divagaban en el cielo
Un puñal de luz
Rasgaba la dulce tierra
Agonizaban las pisadas sobre el asfalto
La luna andaba de jolgorio
Los agoreros del mal
Emigraban hacia otras latitudes
Mi madre de vigilia
Cautelaba mis suspiros
Los astros se daban favorables
Pero algo falló
Y más de algunas tinieblas
Hicieron nido en mi cuna
Parecía tan simple equivocarse
Y yo no estaba preparada
Mis primeras letras
Llegaron de la mano del silabario
Y cogí temores
No fui capaz de defenderme
Vulnerable fue la palabra
Que me vistió en adelante
Las hojas tiernas de mi infancia
Se bañaron de culpas
Y tuve miedo
El aire se me hizo irrespirable
Tragué saliva
Viví bochornos
Armé corazas
Me puse en guardia
En adelante actué en defensa
Como si los dioses
No me hubieran favorecido
Y la luna no fuera mi cómplice
Armé mi atalaya
Y me dediqué a fabricar municiones
Para siempre guarecerme
De los peligros del entorno
De los ataques sorpresivos
De este harapiento universo
Que no me ofrecía garantías
Ni me daba credenciales
Para deambular confiada
Por la calles de la vida.