10.2.12

Rosas negras










Las más elementales mentiras
decoraban como rosas negras
un diálogo tan intenso como infecundo,
el intento de comunicarse entre ambos,
la forma socavada de llegar a un destino
el que desdibujado irremediablemente se perdía.
Como dos exhaustos perros
ninguno soltaba el magro hueso
la concordia cada vez más se alejaba
quedando expuestos a un adiós
que olía a miedo inmanejable
y a  la muerte segura del amor.